miércoles, 8 de octubre de 2008

" EL PATIO DEL POZO"

Título: " El patio del pozo". Oleo sobre tabla de 100x73 cm. . Realizado para el homenaje a Santiago Amón en el XX Aniversario de su muerte , organizado por Muriél y con el patrocinio de la Diputación Provincial de Palencia. Del 9 de julio al 15 de septiembre del 2008. Centro Cultural Provincial, plaza Abilio Calderón. Palencia.
Tuve la suerte de conocer a Santiago en la conferencia que realizó en la Delegación de Cultura con motivo del homenaje que se realizó a Cesteros en su muerte. Me lo presentó mi padre , amigo de ambos desde la infancia . Cesteros fue vecino nuestro durante muchos años y gran amigo , igualmente, de Santiago . Fué , logicamente , un placer escucharle , y nadie pudo retratar y recordar al difunto de mejor manera .
Para conocer mejor a Santiago Amón, personaje que llevó a Palencia siempre consigo, podeis colocar su nombre en You Tube y vereis varias cosas de él a cada cual mas interesantes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conozco a Chema desde hace casi una vida, porque somos “quintos”. Y tengo la suerte de poderle retener en mi memoria en su versión adolescente, cada vez que veo a su hijo Adrián andando por esos caminos de Dios; es igual de andarín que su padre, que se lo anduvo todo, y yo sé el secreto: con esas patazas de Lucky Luke que se gastan los dos, en cada paso avanzan el doble que los demás, pareciendo encima que va piano-piano.
Porque esa es otra de las características de este singular tipo, su cadencia, de formas atemperadas, que más le asemejan a un lord inglés que al palentino irreductible que lleva dentro, porque si ustedes quieren verle feliz, pongan un buen vino en la mesa –que malo ya nos lo bebimos todo-, una buena cecina, un buen jamón, un buen chorizo, una buena morcilla y un buen queso, añádanle una buena conversación entre los suyos y entre amigos, y no necesitan más para verle disfrutar.
Pero eso sí, a pesar de sus aristocráticas y anglófilas maneras, no se engañen, si le sale el cerrateño que lleva escondido en lo más profundo de sus adentros, dense por vencidos, no conocí a nadie tan tenaz, perseverante y testarudo cuando está en posesión de la razón. No hay tu tía, si se encastilla en un razonamiento, no hay puente levadizo que alcance esas altas almenas. Por eso sus cuadros tienen siempre esa sensación de “bien acabados”, de meticulosa elaboración, porque todo aquello que Chema considere mejorable en un cuadro, lo acabará acometiendo hasta reflejarlo, no hay lugar para la concesión.
Cuando veo sus cuadros, a pesar de intentar elaborar algún pensamiento más complejo para cada uno de ellos, siempre me viene a los dientes, abriéndose paso entre otras, una palabra: majestuosidad. A mí los cuadros de Chema, antes que otras cosas, me parecen majestuosos, aunque lo que muestren frente a mis ojos sea una aceituna, o un perdido corral de un perdido pueblo de una perdida ciudad. El resultado final de sus composiciones, su trazo, su luz, su detalle, siempre elevan en alzas la palabra para traérmela, urgente, a los labios: majestuoso. Y como yo soy con el lenguaje tan obsesivo como Chema con los pinceles, me voy al diccionario, a ver si esa palabra que sus obras empujan a mi mente tan precipitadamente, se ajusta a lo que realmente pienso de manera más detenida, más compleja. Y el diccionario pone sentido a lo que de manera espontánea me dicta la intuición:
Primero, que viene del latín (mãiestãs-ãtis): Grandeza, dignidad, majestad -de los dioses, de los magistrados, de los jueces-; soberanía del pueblo romano, del Estado; honor, dignidad, poder, autoridad.
Y en castellano: Grandeza, superioridad y autoridad sobre otros//2. Seriedad, entereza y severidad en el semblante y en las acciones//3. Título o tratamiento que se da a Dios, y también a emperadores y reyes.
Amén, una vez más, la primera impresión acierta.
Ya te tengo en mi pequeño altar de “rara avis” palentinos, junto a Santiago Amón, el gran Santiago, con quien tanto pude disfrutar en el Monasterio de Aguilar y al que decidí palentinizar, y junto a Cesteros, ese otro maldito de la oficialidad que el talento, la generosidad y la falta de prejuicios de tu padre ya supieron valorar más allá del palentinismo provinciano, mostrenco y chusco. Sóis muchos los Manzano a los que quiero de verdad, pero tú, además, te me apareces como un faro por ahí en algún cerro mesetario, sobrio, calmado, sensato y cáildo. Las chicuelinas que le diste a la vida con el capote ya son un motivo para, además de quererte, admirarte.
Y ahora dime dónde y cuando nos vamos a meter entre pecho y espalda el próximo lechazo. Un abrazo, compañero, y bienvenido a la blogosfera.